

El reloj gira en su irrefrenable afán de contar las horas, tic tac, tic tac, las estrellas se alinean en el firmamento, una serie de sincronicidades suceden y de pronto te encuentras con esa persona en el momento y el lugar más inesperado.
El mundo se detiene, el silencio los rodea, el corazón late frente al otro, se desboca incontrolable, mientras te pierdes en la mirada de
ese aquel, la medida de ti mismo, tu espejo. En medio de todo, sonríes. No es casual y lo sabes. Sientes que algo tira de tu dedo meñique y de pronto lo ves, se manifiesta. El hilo rojo se hace presente. ¿Tu alma gemela, dices?