Fuego – Serie Introspección. Naza del Rosal

Fuego es la segunda pieza de una serie de cinco acrílicos sobre los elementos, en los que se explora la relación entre las fuerzas de la naturaleza y las cualidades del espíritu. Una exploración que es también una indagación creativa sobre las posibilidades representacionales de los universos mentales.

En este caso, el Fuego es la intuición como principio de la acción humana. El conocimiento intuitivo de la realidad, asociado a la vivacidad y espontaneidad del personaje fogoso, motiva la pintura, desde la gama de rojos y marrones que encienden la composición hasta la fluorescencia motívica que ilumina el cuadro produciendo el efecto de fuegos artificiales o de una lluvia de chispas: el fuego es ingenio, velocidad mental, la idea ígnea que ilumina la técnica y la creatividad.

Alrededor de la figura totémica central, una criatura felina y feroz de ojos llameantes que brillan como el sol de un microcosmos en perpetuo resplandor, se despliegan las ideas del fuego: la mano titánica de Prometeo robando el fuego divino, un dragón chino con cabeza de orquídea -la flor de la pasión-, los remolinos y calderos, o la serpiente mordiendo la carta del Loco -iconografía relacionada con la sabiduría intuitiva del loco- son algunos de los tropos que definen este crepitante homenaje al crepitar existencial y a todo fuego interior.