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ELISA VALGANGIACOMO

Enamorarme de todo, de todos. Respirar de otros labios sin tener que pedir permiso – Julián Diez

EL HILO ROJO.

Se trata de un tríptico en el que aparecen tres personajes, cada uno de ellos con una actitud ante la leyenda del hilo rojo. Estos tres personajes se encuentran relacionados entre sí, comparten una especie de triángulo amoroso en el que ninguno de los tres personajes se encuentra del todo cómodo. 

El personaje central se encuentra ante una situación que le obliga a elegir entre una persona u otra. Está completamente confundida y no escucha lo que le dice su corazón, solo intenta evitar el mayor daño, teme que cualquier decisión acabe por romper el débil equilibrio que existe entre todos ellos.

El personaje de la izquierda siente que no existe una conexión realmente valiosa entre ella y nadie más. Quiere libertad y siente que el amor es otra forma de control, una responsabilidad, un hilo que termina de atarte a la tierra. Basa todas sus conexiones en el egoísmo y una falsa sensación de autoamor.

El personaje de la derecha no confía en nada, no quiere salir herido de ninguna de sus relaciones y eso le convierte en un ser esquivo. Alguien que parece vivir desconectado de todo. Congelado. Es una persona que cree que el amor es un invento de la tele y que las conexiones predestinadas son una puñetera patraña.

Como resultado tenemos a tres personas vagamente relacionadas que viven en una especie de STANDBY de comodidad cobarde. Un reflejo del amor líquido tan presente en las interacciones de mi generación (Millennial).

 

(En todas las obras, he utilizado el rojo para reforzar la forma en la que estos personajes conciben sus vínculos)

 

Información adicional

Dimensiones 30 × 33 cm
Color

Rojo

Estilo

Impresionismo

Soporte

Lienzo

Técnica

Óleo, spray y rotulador

210,00

Sin existencias

EL HILO ROJO.

Se trata de un tríptico en el que aparecen tres personajes, cada uno de ellos con una actitud ante la leyenda del hilo rojo. Estos tres personajes se encuentran relacionados entre sí, comparten una especie de triángulo amoroso en el que ninguno de los tres personajes se encuentra del todo cómodo. 

El personaje central se encuentra ante una situación que le obliga a elegir entre una persona u otra. Está completamente confundida y no escucha lo que le dice su corazón, solo intenta evitar el mayor daño, teme que cualquier decisión acabe por romper el débil equilibrio que existe entre todos ellos.

El personaje de la izquierda siente que no existe una conexión realmente valiosa entre ella y nadie más. Quiere libertad y siente que el amor es otra forma de control, una responsabilidad, un hilo que termina de atarte a la tierra. Basa todas sus conexiones en el egoísmo y una falsa sensación de autoamor.

El personaje de la derecha no confía en nada, no quiere salir herido de ninguna de sus relaciones y eso le convierte en un ser esquivo. Alguien que parece vivir desconectado de todo. Congelado. Es una persona que cree que el amor es un invento de la tele y que las conexiones predestinadas son una puñetera patraña.

Como resultado tenemos a tres personas vagamente relacionadas que viven en una especie de STANDBY de comodidad cobarde. Un reflejo del amor líquido tan presente en las interacciones de mi generación (Millennial).

 

(En todas las obras, he utilizado el rojo para reforzar la forma en la que estos personajes conciben sus vínculos)