Descripción
La presente obra pictórica es una manifestación de la profunda dualidad que define a la artista Marta Lapeña: el frenético pulso de la vida urbana y la serena esencia de sus raíces rurales. Inspirada por un vínculo íntimo con lo cotidiano y lo familiar, esta creación se erige como un homenaje a los recuerdos que han dado forma a su identidad.
En este bodegón, cada elemento ha sido cuidadosamente seleccionado por la artista para transportar al espectador a los momentos entrañables de su infancia, aquellos compartidos en el seno del hogar y rodeados de la calidez del entorno familiar. Los objetos que componen la escena no son meros componentes estáticos, sino narradores silenciosos de historias cargadas de nostalgia y afecto.
La paleta cromática, dominada por intensos y vibrantes tonos amarillos, constituye un sello distintivo en la obra de Lapeña. Este color, recurrente en su lenguaje visual, encarna armonía, belleza y alegría, y al mismo tiempo proyecta luz y calidez sobre la composición. Lejos de ser un mero recurso estético, los amarillos que impregnan la escena son un vehículo emocional, una invitación a explorar la relación entre luz y memoria.
En su conjunto, esta obra se convierte en un puente simbólico entre dos universos aparentemente opuestos: el dinamismo incesante de la ciudad y la paz inherente al ámbito rural. Lapeña, a través de su arte, invita al espectador a reflexionar sobre el valor de las raíces y la necesidad de hallar sosiego en medio del bullicio, recordándonos la belleza de reconectar con lo esencial en una vida marcada por la prisa.
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